Le Pastis, un respiro en medio de Zaragoza y al lado Ebro

Texto por Lorena Yunquera. Fotografías Sheila López.

Aquí una nueva sección denominada Ambientes donde hablaremos de espacios interiores, arquitectura y diseño efímero, todo con mucho encanto pero también lo que se cuece en ellos. Y qué mejor forma para estrenarla y para ir despidiendo el verano que hablando del Le Pastis, sin duda una parada obligada en la ribera del Ebro.

Junto al Puente de Hierro y mimetizado en el entorno, se encuentra la terraza del Le Pastis, lugar donde poder relajarte y disfrutar de las vistas al Ebro, mientras tomas una bebida o degustas de su gastronomía. Yann Leto (francés) y Cecilia del Val, pintor y fotógrafa respectivamente, comenzaron su aventura hace 13 años y apostaron por la remodelación de este lugar con un encanto especial.

Al comienzo solo disponían de una pequeña cocina y de las mesas al aire libre, pero tras una remodelación, realizaron un porche, lo que permitía no solo estar en la terraza exterior sino disfrutar de un ambiente más íntimo. La mezcla de los materiales empleados como la madera, hormigón visto, revestimientos no tratados y paredes de ladrillo pintado hacen de la construcción una estética rural, como si de una cabaña se tratara.

Se denota que sus propietarios cuidan el entorno y pretenden que el impacto medioambiental sea el menor posible, detalle que no es poco.

Respecto al diseño de interior es apreciable a simple vista como cuidan el detalle. Todo se trata de un estilo bohemio que lo conforman muebles reciclados, floreros, papeles pintados con motivos vegetales, cuadros y una iluminación sutil.

La música varía según el momento del día y la ambientan el jazz, el folk, el reggae y demás ritmos. También apuestan por la música en directo. No cabe duda que todo está predispuesto para pasar un rato agradable.

Una de nuestras sorpresas fue al ver a todo tipo de público, integrado y sin diferencias, simplemente disfrutando de la terraza del Le Pastis. El buen rollo se podía sentir. La naturaleza te envuelve y te transmite esa energía que tanto se necesita cuando quieres huir del asfalto de la ciudad, es un respiro en medio de Zaragoza.

No hay excusas para no venir dado su amplio horario de apertura. Si bien es cierto, que nuestro momento favorito fue ver atardecer, cuando el sol comenzaba a bajar, se sentía esa tranquilidad y por fin, los farolillos de colores se encendieron ¡esto sí es una auténtica velada!

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